Entonces, como en todo, hay que empezar por algún sitio.

Como es tradicional en estos casos, voy a empezar por presentarme y hablar un poco de mi pasado y porqué me gusta tanto esto de enseñar idiomas y ayudar a otros a enseñar idiomas mejor.

Me llamo Joseph Alexander Felix Parkin y soy el culpable por la creación de Humanit.as

Nací en 1981 en una ciudad pequeña de Inglaterra que se llama Colchester. Es la ciudad más antigua del Reino Unido y fue en su tiempo la capital Romana de Inglaterra antes del saqueo de la Reina Boudica. Tengo tendencia de soltar datos “inútiles” de vez en cuando.

En realidad sólo viví en Colchester una vez que ya me había ido de casa. Hasta entonces viví la mayoría de mi infancia en un pueblo llamado Dedham. Ni siquiera en el pueblo sino en el campo.

Mi niñez fue principalmente un tiempo de exploración. La casa familiar estuvo lleno de libros, animales y familiares. Y fuera de casa tuve campos para explorar, arboles para escalar, bosques, ríos, bichos de todo tipo, mucho cielo abierto y tiempo para pensar.

Mis padres trabajaban en la fotografía cuando era muy pequeño y más tarde en el negocio que tenían; una iglesia abandonada convertida en un centro de arte y artesanía.

Recuerdo que nuestras vacaciones no fueron como las de otros niños de mi colegio…

Para empezar, no era poco común que nos fuéramos antes de las vacaciones escolares ya que mis padres tenían que estar en verano para trabajar.

Las que más recuerdo fueron viajando por Europa, principalmente Francia aunque también Italia, Suiza, etc., en autocaravana. Visitábamos castillos y viñas y museos y ruinas. Oímos a personas hablando en otras lenguas, veíamos como se reían o como discutían pero no eramos capaces de entender las palabras. Pero hacíamos amigos en los campings de todas formas.

Crecí y empecé a aprender francés entre pedir el pan en el “boulangerie” (repitiendo lo que me decía mi madre), clases con una señora que vivía en una casa con membrillos en el jardín y, más adelante, en el colegio.

Admito que mi nivel de francés nunca ha sido como mi castellano ahora pero me ENCANTABA poder tener una conversación en otro idioma, gastar bromas y entender las conversaciones ajenas.

Me gustaba tanto que decidí escoger Alemán en el colegio también.

Por desgracia, el colegio me quitó un poco las ganas. La metodología fue muy poco interesante, los profesores nos hablaban en inglés casi siempre y… aprobaba pero no aprendía.

Saltando hasta el 2004, vine a España. Decidí que aprendería Castellano como aprenden los niños; sin gramática ni listas de vocabulario. Siempre digo que aprendí en un bar y la verdad es que fue casi así. Casi a diario bajaba a tomar unas cervezas, escuchar y observar. Un hombre se me acercó la primera noche y huyó al instante al ver que no le entendía.

Pasaron varios meses sin apenas entender nada y, de repente, empecé a entender.

Una noche me acerqué al señor de la primera vez y le dije “ahora sé un poco de español”. Se sorprendió un montón porque no había dicho casi nada a nadie hasta entonces. Poco a poco, llegué a descubrir como eran las personas que había observado durante tanto tiempo y además, me conocieron a mi.

Esta es la magia de los idiomas y es mi motivación por seguir trabajando en los servicios lingüísticos.

Este artículo se publicó originalmente hace unos años en mi blog antiguo “Joe’s Language Blog”.

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